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Fundamentos de gestión de proyectos

Fundamentos de gestión de proyectos

El proyecto busca crear un producto original que cumpla con una necesidad específica que debe estar claramente expresada. Esta expresión de las necesidades es incluso más difícil ya que generalmente el proyecto no tiene precedentes dentro de la compañía, dado que es una novedad. En forma opuesta, generalmente es difícil resumir soluciones existentes y concentrarse solamente en las necesidades en términos funcionales.

Seleccionamos algunos proyectos y rechazamos otros. Se toman decisiones sobre la base de la cantidad de recursos de que disponemos, de las diferentes necesidades que hay que satisfacer, del coste que supone satisfacerlas y de la importancia relativa que tiene satisfacer algunas necesidades e ignorar otras.

La selección del proyecto es sumamente importante, porque nos lleva a comprometernos para el futuro. Las decisiones que tomamos en este terreno empiezan por paralizar ciertos recursos, a veces por pocos días, a veces por años.

Y esas decisiones tienen lo que los economistas llaman costos de oportunidad; al seleccionar el proyecto A y no el B, estamos renunciando a los beneficios que el proyecto B nos podría haber brindado.

El proceso de selección del proyecto podría ser desencadenado por diversos factores. El estímulo para cometer ese proyecto podría surgir, por ejemplo, del medio exterior, en forma de un pedido de propuesta o de una invitación para licitar. En ese caso, los clientes potenciales solicitan ofertas para construir algo o para ofrecer cierto servicio.

En otras ocasiones el estímulo es interno: surge de la organización misma a través de sus directivos o de un equipo de trabajo encargado de reencauzar ciertos procesos de la empresa. En tal caso tendremos que decidir si tenemos los recursos, la voluntad y la capacidad para acometer determinado proyecto.

Ya que el proyecto es una acción temporaria que tiene principio y fin, que utiliza recursos identificados (humanos y materiales) durante su ejecución, y que tiene un costo, deberá tener recursos presupuestados y una hoja de balance independiente a la de la compañía.

Todo proyecto, ya sea que tenga fines personales (por ejemplo, una modificación al hogar, o la construcción de un mueble), profesionales (la creación de una empresa, o la construcción de una estructura) o investigativos (un proyecto científico), posee una estructura dividida en fases que permiten dar finalmente en la meta u objetivo establecido.

La primera es la fase de Planificación. Esta etapa se caracteriza por ser un período en el que establecen los objetivos a seguir y el modo en cómo se llevarán a cabo las acciones para lograr cumplirlos. En caso de que en el proyecto participen varias personas, es en esta etapa en donde deberán establecerse los roles de cada uno, así como también todo lo relacionado con los recursos con los que se dispone y la manera en que éstos serán utilizados. Los recursos se comportan como parte esencial en un proyecto y no sólo se incluyen en ellos los recursos materiales, sino que también es necesario considerar los recursos humanos con los que se cuenta, los costes y el tiempo, entre otras, de este modo, la organización adecuada de todos los recursos favorece en gran medida al éxito o fracaso de un determinado proyecto.

La segunda es la fase de Ejecución, es aquella en que se realizan las acciones y tareas planeadas, y que representan la ejecución misma del proyecto. Se refiere a la ejecución de todo aquello que se organizó durante la fase previa de planificación.

Por último, la fase de entrega o puesta en marcha, la que deberá cumplirse en el tiempo que se estipuló en la fase de planificación. De este modo, en ciertos casos se concretará con la entrega de la obra a un determinado cliente o la puesta en marcha de algún sistema que se ha desarrollado, respondiendo a las condiciones previamente acordadas.

Además de todas las fases mencionadas, a fin de llevar por el camino del éxito a un proyecto, quien se encuentre a cargo podría implementar algún sistema de control, es decir, algún método con el que a lo largo de todas las etapas pueda ir monitorizando los avances del proyecto según lo planeado, y así, poder realizar a tiempo las modificaciones que sean necesarias para lograr los mejores resultados y el logro de los objetivos.

Siempre se ha dicho que los proyectos son la unidad operativa que permite generar el desarrollo de una región, país, etc., sin embargo la palabra proyecto es aplicada a un contexto muy amplio y sus acepciones igual son variadas. Es un término que genera mucha confusión y generalmente distintos interlocutores lo interpretan de manera disímil, aunque estén supuestamente hablando del mismo tema. Es por ello que al tocar el tema de la formulación y evaluación de proyectos, muchos asocien dicha técnica con proyectos de investigación, con gestión de proyectos, y hasta métodos de enseñanza aprendizaje.

La dificultad de la gestión de un proyecto radica en gran medida en la cantidad de personas involucradas. De hecho, en contrapartida con los proyectos personales o internos en pequeña escala para los cuales la necesidad y la respuesta para dicha necesidad puede ser provista por la misma persona o por un grupo limitado de personas, en un proyecto en el sentido profesional, la expresión de una necesidad y la satisfacción de esta necesidad generalmente es responsabilidad de diferentes personas.

Por lo tanto, es necesario asegurarse que el producto que se está creando cumpla claramente con las “expectativas del cliente». En contraposición con el modelo tradicional comercial («vendedor»/»comprador») en el que un cliente compra un producto ya fabricado, exponiéndose a que si el producto no cumple todas las expectativas del cliente, éste se sentirá desilusionado, lo que le puede generar desconfianza hacia la empresa.

Este material busca establecer un marco y una visión de conjunto, lo más amplia posible de todo lo que supone la puesta en marcha de un proyecto, desde una óptica eminentemente práctica y operativa. Este material está orientado a proporcionar los fundamentos básicos para la formulación y evaluación de proyectos de inversión y para establecer la rentabilidad de la idea del negocio planteado.

No sólo con «entusiasmo» se opera un negocio. Es necesario saber planificar el rumbo del mismo, además de aprender de los errores de los demás. Gabriela Balcázar.
A manera de introducción

Esta es una historia peruana que, para fines didácticos, transcribimos a manera de introducción.

Elena decidió mudarse a la playa Colán , al norte de nuestro Perú (hermoso lugar en Piura). Dejó la ciudad, pues la empresa en la que trabajaba allí en Piura despidió a una parte de sus trabajadores, incluyéndola a ella, es así que con el dinero de su liquidación, decide formar un pequeño capital para hacer realidad ese tan anhelado sueño: «tener una mejor calidad de vida, en un lugar maravilloso y, claro, con un negocio propio que fuera su fuente de ingresos».

¿Y qué negocio poner? Dos amigas suyas pensaron en un restaurante de carnes y empanadas, tipo chileno, en donde también podrían incluir la delicada repostería que prepara una de ellas. Es así que se asocian las tres para iniciar su aventura empresarial. Además, en Colán no habían visto un lugar en donde comer una buena carne, la intuición les dijo que ese era el camino. ¡Punto en contra!

Casualmente, un amigo suyo estaba alquilando un local del que, decían, «es un muy buen punto», y por la amistad y la recomendación decidieron no buscar más. ¡Punto en contra!

Pisadas en falso

Una vez listo el local, era hora de surtir el restaurante para hacer la comida, preparar todo e inaugurar la empresa.

¡Todo parecía perfecto! Pero aquí comienzan los errores: «Empezamos con las refrigeradoras llenas de carne», nos cuenta Elena y continúa, «para que un restaurante sea de primera, el principio básico es que sus insumos sean frescos, del día si es posible», esa afirmación es muy cierta, pero, ¿acaso la carne no es un producto muy delicado como para tener los refrigeradores llenos? Le preguntamos a Elena.

Surtirse de buena carne en Colán era complicado pues había que comprarla en la ciudad de Piura, así que las emprendedoras decidieron hacer un pedido grande y congelarla, ¡punto en contra! Ya que al principio ellas desconocían cuánta gente visitaría el negocio, «hay que estar preparados para tener todo lo que ofrecemos en la carta» – pensaba ella, pero las compras dependen de la demanda, es decir de la cantidad de platos que la gente está dispuesta a comprar, pues de lo contrario se corre el riesgo de tener grandes pérdidas por la comida echada a perder. Pues bien, esto fue lo que le sucedió a Elena y sus socias, que nunca recuperaron esa fuerte inversión inicial en insumos, al no tener la clientela suficiente.

Y aunque la zona era muy buena, muy cerca de la playa, la ubicación dejaba qué desear, otro error: estaba escondida y aislada de la zona comercial. ¡Punto en contra! Y para colmo de males, el alquiler resultó ser muy alto.

Para rematar, otra falla estratégica, por aquello de «lo que mal empieza mal acaba», sucedió el día de la inauguración. ¿Sabes qué día abrieron el restaurante? … un día después de terminadas las vacaciones de semana santa, o sea, cuando ya no había turismo en el puerto… y con los lugareños no era suficiente. ¡Punto en contra!

A pesar de tanto sol, los días que siguieron fueron grises, pues aunque llegaba uno que otro cliente, el negocio se alejaba cada vez más de aquella excelente idea de negocio que las impulsó a atreverse, llevándose consigo los sueños y el dinero de Elena.

Finalmente, tuvieron que consumir la carne que ya se estaba perdiendo, así como los pasteles que terminaron comiéndose ellas o regalándolos. Resultado: la quiebra del negocio y lo que es peor, el desmoronamiento de sus ilusiones.

Y es que quizá no era tan mala idea lo del negocio de carne, pese a que en la playa uno busca comer mariscos y pescado, pero se agravó debido a fallas mayores, como:

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